Sobre la Hitoria de Puerto Rico **Primera Parte**
Habitábamos en una mitad del planeta de la cual
la otra mitad ignoraba su existencia. Al encontrarnos, ocurrió un choque de culturas y de razas. Operó la ley de la jungla:
el más fuerte conquistó, sojuzgó, explotó y se mezcló con el más débil. Como parte de ese proceso, se añadió el elemento africano
que desde muy temprano en la conquista vino a formar parte nuestra y se ha manifestado con variaciones, según las distintas
regiones americanas en que los concentraron. Todos hemos sido víctimas del imperialismo y de la explotación humana y económica.
También tuvimos siglos de lucha y resistencia, unas más violentas que otras; sujeción y esclavitud. Una de la consecuencias
de ese choque fue que surgió un pueblo que con sus naturales excepciones y diferencias, habla el mismo idioma, comparte mayoritariamente
la misma religión y, más que cualquier otra cosa comparte su raza, que resulta de la mezcla del indígena, el africano y el
europeo. Eso somos los latinoamericanos.
Puerto Rico fue para España lo mismo que hemos
sido para Estados Unidos: un bastión militar. Las fuerzas militares españolas fueron financiadas a partir de 1586 desde la
tesorería de México. Los envíos de moneda en metálico, conocidos por el Situado Mexicano, fueron por más de dos siglos uno
de los ingresos vitales de la Isla (7). Desde nuestra ciudad amurallada se rechazaron ataques de los enemigos que entonces
tenía España, tanto ingleses, como holandeses.
Gobernada generalmente por militares, la represión
y la persecución imperaron con mano férrea contra cualquier sospechoso de planear rebeliones contra España mientras que en
Haití los esclavos luchaban su independencia a principios del siglo 19. Así también ocurrió durante el resto del siglo a raíz
de las guerras de liberación de Venezuela Colombia y Argentina. Si los vaivenes de los conflictos en Europa tuvieron el efecto
de provocar las condiciones para la independencia de Sur América, en Puerto Rico fue todo lo contrario. Nos convertimos en
el refugio de militares derrotados y de personas prominentes, fieles a España, quienes huyeron de la revolución y pronto se
insertaban en lugares privilegiados de nuestra sociedad, manteniendo marginados y en un segundo plano a la elite de los criollos.
La Cédula de Gracia, promulgada en 1815 por el
Rey Fernando VII, estaba destinada a desarrollar la economía de Puerto Rico estimulando la inmigración de extranjeros a la
Isla a quienes se les repartieron tierras que debían cultivar. El efecto fue palpable a mediados del siglo 19 al registrarse
el aumento de la población blanca en comparación con la negra. Esto dio paso a una división política de la sociedad entre
conservadores, fieles a España y los criollos. En esa época había madurado el sentido de identidad nacional puertorriqueña
lo cual, sumado al conflicto ya mencionado abonó, junto a otras motivaciones de índole económica, a la gesta independentista
más conocida en nuestra historia, el Grito de Lares de 1868. Esta rebelión fue suprimida en corto tiempo por los militares
españoles.
Durante la segunda mitad del siglo 19 nuestra sociedad
puertorriqueña continuó su desarrollo y fortalecimiento como una distinta a la española. Ya se distinguían características
propias en la producción literaria, la música, la pintura y otras manifestaciones artísticas. Fue en ese periodo que se destacaron
importantes personalidades nuestras como Ramón Emeterio Betances, Eugenio María de Hostos, Segundo Ruiz Belvis, quien murió
en Chile mientras buscaba apoyo para nuestra causa de independencia, y muchos más.
La Guerra Hispanoamericana de 1898 en la que Estados
Unidos invadió a Puerto Rico, interrumpió ese proceso de desarrollo y afirmación nacional nuestra. De no haberse producido
ese evento, nadie se atreve asegurarlo, pero cabe dentro del abanico de posibilidades el que eventualmente hubiésemos conseguido
nuestra independencia. Huelgan, sin embargo, las especulaciones sobre lo que pudo suceder y no sucedió. Hasta ahora hemos
tratado con hechos históricos reales que muestran a grandes rasgos nuestro desarrollo como sociedad latinoamericana. En un
próximo artículo seguiremos nuestra trayectoria histórica con lo que pretendemos llamar la atención de ustedes, mis queridos
lectores, sobre la lucha que libra un pueblo latinoamericano que se quedó rezagado en el logro de su soberanía y que clama
porque sus hermanos no se olviden de que en Puerto Rico, a Iberoamérica le queda una tarea inconclusa. Esa tarea, aún por
realizarse, conducirá a la liberación total de la gran Patria de América Latina.
Fuente: independencia.net (J.R. Bas)